Ā”Cristo ha resucitado!ā¦ Ā”Verdaderamente ha resucitado!
El pasado domingo de este mes dio comienzo la Semana Santa entre las iglesias cristianas de Occidente, mientras que en las iglesias de Oriente dicha fecha tendrĆ” lugar a partir del 16 de abril. Y aquĆ es importante recordar que durante esta Semana segĆŗn cada calendario litĆŗrgico, la cristiandad contemporĆ”nea conmemorarĆ” la PasiĆ³n, Muerte y ResurrecciĆ³n de JesĆŗs de Nazaret, comenzando con el asĆ llamado Domingo de Ramos y finalizando con el ya conocido Domingo de ResurrecciĆ³n.
Y ciertamente, en este rememorar el pasado durante tal festividad cristiana, es fundamental tomar consciencia de que la Pascua Cristiana remite en su propia matriz e identidad, a la Pascua JudĆa y a la liberaciĆ³n de losĀ hapiruĀ o hebreos explotados por el Imperio Egipcio hace aproximadamente 3500 aƱos atrĆ”s: la muerte y resurrecciĆ³n de Jesucristo se empobrece en su sentido mĆ”s profundo si Ć©sta no remite claramente alĀ PĆ©sajĀ y a la liberaciĆ³n del Pueblo de Israel por parte de YavĆ©, el Dios de Abraham, Isaac y Jacob revelado a MoisĆ©s, su lĆder y libertador.
Y es que en Semana Santa, hacemos memoria y confesamos en el marco de laĀ historia salutisĀ (historia de la salvaciĆ³n), cĆ³mo Dios descendiĆ³ una vez mĆ”s para liberar a los oprimidos de su tiempo en la persona de JesĆŗs, a quien nosotros hoy reconocemos como el MesĆas, ese Rey descendiente de David destinado a terminar con el sufrimiento humano, la guerra y la injusticia en todos los Ć³rdenes, mediante elĀ Tikkun OlamĀ (reparaciĆ³n del mundo) y la resurrecciĆ³n de entre los muertos propia delĀ Olam haBaĀ (Mundo Venidero).
Por ello, las ya nombradas PasiĆ³n, Muerte y ResurrecciĆ³n de JesĆŗs, el Cristo, constituyen escenas de un proceso donde JesĆŗs de Nazaret es confesado como el MesĆas esperado por el Pueblo JudĆo y donde tanto la figura del MesĆas sufriente (el MesĆas hijo de JosĆ©) como la del MesĆas triunfal (el MesĆas hijo de David) propias de la tradiciĆ³n judĆa de la Ć©poca, se conjugan en una sola y apuntan a la crucifixiĆ³n como el asesinato polĆtico por excelencia del Imperio Romano, en el cual Dios mismo posibilita su redenciĆ³n definitiva para la humanidad: el MesĆas asesinado y resucitado de entre los muertos, es el agente divino-humano que hace posible el reino/reinado de Dios aquĆ y ahora entre nosotros, hasta que en su ParusĆa (Segunda Venida) restaure todas las cosas a su sentido original de justicia y paz.
Es asĆ que en estas Pascuas, se hace nodal recordar los actos liberadores de Dios en la historia y al mismo tiempo, asumir que los seres humanos estamos sujetos a la realidad de lo que la tradiciĆ³n bĆblica llamaĀ hamartĆasĀ (pecado), basado en la injusticia y la violencia cometida contra nuestro prĆ³jimo, la creaciĆ³n y por ende, contra Dios mismo, lo cual constituye un dato crudo de nuestroĀ ser en el mundo: el pecado tanto personal como social/estructural nos atraviesa y de ninguna manera podemos escapar de Ć©l, salvo en el perdĆ³n de Dios que es posible por la entrega de Cristo en la cruz y por el poder de su EspĆritu para transformar el mundo, que nos es dado mediante su resurrecciĆ³n.
OraciĆ³n:Ā Dios de la vida, de la justicia y de la gracia, que nos convocas en JesĆŗs el Cristo a vivir una vida nueva y buena, danos la fuerza de tu EspĆritu para construir un mundo mĆ”s justo a la luz de tu Palabra y ser asĆ embajadores de tu reino, que solo puede emerger de la paz y no la guerra. Danos sabidurĆa para hacer memoria de nuestro pasado, pero danos sobre todo el poder para luchar por esas causas justas donde el recuerdo de los que nos precedieron nos conmina a seguir trabajando por todo aquello en lo que creyeron. Y por Ćŗltimo, danos de tu vida plena, para acompaƱar a tus hijos e hijas, para servir a nuestro prĆ³jimo con quien vos te has identificado en tu entrega. En el nombre de Jesucristo, el PrĆncipe de Paz. AmĆ©n.
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Luis G. VƔsquez
CapellĆ”n ā Pastoral Universitaria
UCEL